En nuestro
curso de 5° año de preparatoria tuvimos la oportunidad de visitar la ciudad de
Tlaxcala, capital de la entidad federativa del mismo nombre, cuyo significado
se define como “Lugar del pan o la tortilla de maíz”. Arribamos a esta región
siendo conscientes de que su inmensa relevancia se relaciona con la concepción que
ha sido plasmada en los códices y la documentación historiográfica, sobre la paulatina
transición del poder desde las manos mesoamericanas hasta las de la Corona
española; Tlaxcala es el punto clave en donde se empezó a gestar el proceso de
conquista española sobre nuestro actual territorio: podemos sugerir desde una
perspectiva determinante y crítica que es la cuna de la Conquista. A través de
una investigación documental previa es como tuvimos que desarrollar una
práctica de campo referente al bagaje intrínseco que albergan el conjunto de
edificios de administración jurídica, legislativa, cultural y eclesiástica del
centro de Tlaxcala, nos enfocamos en estructurar una exposición que definiera
el contexto que resguarda cada uno de ellos.
Dentro de
esta práctica retomamos a la constitución arquitectónica de cada recinto como
prueba fehaciente de la contextualización de nuestra historia, en donde son
perceptibles y predominantes la influencia de corrientes renacentistas,
barrocas y hasta neoclásicas. A su vez, es ineludible el mencionar que al
encontrarnos frente a estos gigantes de piedra, alabastro y mosaico surge un
sentimiento casi indescriptible, que podríamos definir como la explosión de una
construcción imaginaria sobre las épocas y personas que cronológicamente fueron
testigos del acaecer del tiempo en dichos recintos, del dinamismo desde su
vertiente incipiente, hasta la desembocadura revolucionaria y actual. A través
del acto de presencia y de la asimilación del espacio fue que convergieron las
ideas y datos hasta ese momento contemplados. La documentación tomó forma, se
esclareció y adquirió tridimensionalidad a través de la presencia y exposición
de los imponentes edificios.
Historia e
información relevante sobre Tlaxcala.
Después de
un largo peregrinar de norte a sur, buscando un lugar un donde aposentar,
llegaron en 1290, Ometecpaxihuatl a Puhuaxtlan o Poyauhtlan fundación
tlaxcalteca a la orilla del lago de Texcoco.
Su
expansión y progresos inquietaron a los acolhuas, tectanecas y texcocanos, pero
muy especialmente a la gente de cuatlichan, quienes les hicieron la guerra en
1330.
Religión
Tenían
como religión la suma de creencias que recibieron como herencia de sus
antepasados los chichimecas y las que habían adoptado de olmecas, toltecas
mexicas y otras familias indígenas del México antiguo.
Educación
La
educación hogareña era complementada por las instituciones del calmecac y por
el telpochcalli. Los tlaxcaltecas llegaron
a tener avanzados conocimientos astronómicos.
Los
señoríos de Tlaxcala
La nación
de Tlaxcala estaba divida en los señoríos Tepeticpac, Ocotelolco, Titzatlan y
Quiahuiztlan. Abarcaba un radio aproximado de 50 lenguas, tenía una población,
de acuerdo con los relatos de cronistas antiguos, de 600 mil habitantes y
contaba con otras poblaciones como
Teotlalpan, Tecoac, Hueyotlipan, Atlihuetzian y Topoyanco
Lienzo de
Tlaxcala
En la
parte superior se encuentra la primera escena en la que aparecen los nobles
indígenas de cada una de las cuatro regiones que formaban Tlaxcala junto con
autoridades de la Nueva España, en el centro se distingue el escudo de armas
con el arma bicéfala en la que se advierte la mano indígena del dibujante. Los
siguientes cuadros de menor tamaño son representaciones de la participación
tlaxcalteca en la conquista, la mayoría muestra las batallas en las que los
tlaxcaltecas y españoles lucharon hombro con hombro.
El palacio
nacional de Tlaxcala, un recinto de paredes suntuosas y vociferantes
Comenzaremos
por disertar sobre un edificio en cuya contemporaneidad se cobija el gobierno
de esta entidad federativa: El Palacio de Gobierno. Éste empezó a ser
construido a partir del año de 1545, a partir del incipiente desarrollo,
influencia e imposición del poder español sobre el actual territorio mexicano. Siendo
una estructura de grandes dimensiones, se caracteriza por poseer una fachada exterior
delimitada por superficies en alabastro y ladrillo rojo, con terminaciones y
detalles ornamentales intrínsecos de la corriente barroca, así como por tener
ventanales con sus respectivos balcones de herrajes ostentosos y llamativos. Es
destacable dentro de esta fachada el efecto de desequilibrio que logran los
detalles: las paredes ascéticas cubiertas de alabastro y la saturación de
líneas curvas, aunque en proporciones diminutas, como para recordarnos el
pasado Barroco.
Su
interior está definido por la representación impetuosa, virtuosa, profunda y
extensa de la historia de Tlaxcala, a través de una continuidad ingeniosa en los murales plasmados sobre las paredes
internas del edificio. Las pinceladas aluden al proceso, al desarrollo y
consolidación de la actualidad por medio de la representación gráfica, que
abarca desde el albor de las narraciones épicas y cosmogónicas de las tribus
del norte en búsqueda de territorios donde abastecerse y sobrevivir, pasando
por la transición del segundo imperio a la restauración de la república y
culminando en el proceso revolucionario del siglo XX. Toda esta representación
monumental y egregia corre a manos del difunto maestro Desiderio Hernández
Xochitiotzin (1922-2007), quien habitaba dentro de la misma comunidad y se
convirtió en un narrador de la herencia
tlaxcalteca sumamente relevante dentro de la historia de esta entidad
federativa.
Cabe mencionar
que este edificio, en el contexto novohispano, se encontraba segmentado en tres
partes:
1. Sección
Central- Casas consistoriales.
2. Sección
Oriental- Las Casas Reales.
3. Sección
Poniente- Alhóndiga.
Sin
embargo nos es prioritario a su vez el relatar que el guía que nos introdujo al
panorama general y particular de los edificios –refiriéndonos tanto a éste como
a los demás edificios de administración cultural, legislativa y de culto
religioso (Parroquias)- desempeñó una destacable y meritoria empresa; relató de
manera egregia y sublime la historia de Tlaxcala plasmada en la piedra, en las
construcciones imponentes, en los murales, en los retablos, en los caminos y en
el tiempo mismo.
A
continuación procederemos –habiendo desarrollado una crónica y descripción referente
al Palacio de Gobierno- a hacer mención de la descripción de cada edificio
según la investigación previa llevada a cabo en nuestra práctica de campo.
Capilla
Real De Indios
Al
poniente de la Plaza de la Constitución, un edificio se adelanta al paso de los
otros: el Palacio de Justicia, que fuera en el siglo XVI Capilla Real de Indios
y remodelada en el siglo XVII para darle su aspecto actual. Actualmente es
utilizada como Palacio de Justicia. La fachada es de estilo barroco, enmarcada
por los cubos de ladrillo de las viejas torres, que nunca soportaron los
campanarios. En su parte baja se pueden ver dos interesantes carteles alusivos
a los escudos del imperio español.
En el
lambrin, en bajorrelieve, dos piedras labradas muestran los escudos de Carlos
V; el primero es el de la Austria, que lleva un águila bicéfala con las alas
caídas, triplemente coronada y que tienen en el centro el emblema de Aragón. El
otro es el escudo de Castilla, que está sostenido por dos varones, desnudos y
de perfil, quienes sostienen el escudo con una mano y con otra unas ramas de
rosa, acción que simboliza el ánimo generoso que paga los agravios con
beneficios.
La
construcción de la Capilla Real de Indios fue iniciada por Andrés de Córdoba el
8 de abril de 1528; los cuatro caciques de Tlaxcala pagaron esta obra y la
dedicaron a Carlos V. Sus distintos trazos nos hablan de su historia
modificada: en el siglo XVI era de una sola nave, en el siglo XVII se le
agregaron dos naves más, para lo cual se tomó parte del espacio de la plaza.
Su parte
de dos cuerpos con estilos diferente, presenta columnas barrocas en la parte
inferior. En la parte superior ostenta pilastras cónicas que separan los
tableros donde se adosan tres medallones; el primero con el escudo pontificial,
el segundo es una tiara alta ceñida por tres coronas y una cruz sobre el remate
y el tercero se encuentra actualmente vacío.
Sus
cuerpos no sostienen torres, ya que diferentes siniestros afectaron el
edificio, que perdió su nave y se derrumbó parcialmente. Sus tallas y esculpido
de su escudo nos dan noticia de las condiciones imperantes en la Tlaxcala del
siglo XVI; suma ritual de alianza de lo secular y lo religioso y una fuerza
legítima en sus representaciones y en la ocupación del espacio del poder.
Convento
de Nuestra Señora de la Asunción
Algunos
años después de la construcción del convento de Cuitlixco se inició la obra del
Convento de Nuestra Señora de la Asunción (1530 a 1536). Para los franciscanos
este fue la segunda construcción de su establecimiento tlaxcalteca. Para 1540
los principales elementos arquitectónicos del edificio estaban ya definidos.
Fachada
El templo
es de fachada sencilla estilo renacentista, semeja un retablo donde aparecen
las imágenes de Santa Ana, San Joaquín, la Virgen María al centro, San José y
el Padre Eterno.
Cuenta con
un arco de acceso de medio punto, sostenido por pilastras y un alfiz enmarcado
por un cordón franciscano. La ventana del coro está ligeramente alargada y a
los lados presenta columnas estriadas.
La torre a
la derecha de quien entra al templo es de dos cuerpos con pilastras jónicas
decoradas con motivos barrocos de argamasa, posee también arcos de medio punto,
cornisa tablearada y en el remate una bóveda con linternilla y cruz de hierro.
El
interior
El
interior conserva en madera un techo artesonado estilo mudéjar, el más grande
que existe en México., es de dos aguas y carece de cúpulas; consta de una sola
nave y su única torre (campanario) está separada de la iglesia. Un detalle que
hace único a este convento. Hay un órgano del siglo XVII, una pila bautismal
labrada en piedra, seis nichos dedicados a los santos más importantes de la
región, resaltando los dos centrales con motivos del barroco popular,
neoclásico y algunos detalles del churrigueresco del siglo XVIII. El altar
tiene un retablo de estilo barroco salomónico.
Las
Capillas Posas
Los
conventos novohispanos tuvieron por tradición el esquema de cuatro capillas
posas (1556) que tenían la función de servir como descanso o estación en las
procesiones para “posar” al Santísimo.
De la
primera o cuarta posa se conocen solo dos relieves sobre la Anunciación: en uno
la Virgen y en otro el arcángel Gabriel.
Las
Capillas Abiertas
La capilla
de Belén fue la capilla abierta, o capilla de indios, que existió en el atrio
superior desde muy temprana fecha (1539) y que estaba situada al sur de la
iglesia.
Era una
gran pieza de arquitectura, de fachada ochavada, con arcos bien formados y dos
coros; ochavada y arqueada, de piedra blanca muy bien labrada, de pedestales,
basas y columnas del propio, formada de cinco naves, que de cualquiera parte
del patio se puede oír misa y ver el Santísimo Sacramento del altar mayor.
Los dos
atrios
Nos
encontramos aquí con el primer punto atípico de este convento: la existencia de
dos atrios.
El atrio
tiene forma trapezoidal, con dos lados mayores de 121 y 131 metros, de norte a
sur, y dos menores de 21 y 42 m, de
oriente a poniente, por lo que resulta un atrio alargado. Un segundo
atrio fue creado tempranamente en el siglo XVI, quizá para contar con un
terreno más cómodo y de mayores dimensiones para la gran concentración de
indígenas catequizados.
Museo
de la Memoria de Tlaxcala
Este
completo museo está instalado en una casona virreinal de dos plantas organizada
alrededor de un patio central. La planta baja aloja los servicios al público de
operación. La planta alta se destinó en su totalidad a las exposiciones
permanentes.
Se
trata de una edificación que en sus orígenes funciono como cofradía franciscana
de la Santa Cruz de Jerusalén.
Consta
de cinco salas permanentes:
·
La Republica de Naturales (Política indígena).
·
El mundo Material (Economía y procesos de producción).
·
Las devociones (Religión e Iconografía).
Conclusión y opinión sobre nuestra visita a Tlaxcala.
Esta visita a Tlaxcala representa una experiencia sumamente enriquecedora, ecléctica, mágica y trascendente. Tenemos que afirmar que entre todos los equipos que desarrollamos esta práctica, en un principio retumbaban los ecos de queja, desesperación e intriga al no poder encontrar la información y recursos suficientes para nuestra investigación. Sin embargo, al llegar a Tlaxcala nuestra noción se vio incrementada, asimilamos los datos obtenidos sobre estructuras arquitectónicas, herencia cultural y contextualización de los recintos en el espacio mismo. Si nos preguntaran sobre qué nos agradó más en relación a esta práctica, suponemos que sería muy difícil el contestar a dicha disyuntiva, puesto que el pisar el suelo, tocar cada piedra, dirigir la mirada hacia la imponente e inmarcesible constitución titánica de las fachadas, las cúpulas, los alfarjes, los murales, los vestigios de la civilización tlaxcalteca -patrimonio de nuestra herencia cultural-, el efectuar todo ésto converge en la experiencia de conocer la identidad de uno mismo; uno observa cada elemento a detalle, lo posee, lo asimila y empieza a relacionar dicho elemento según su contexto a la contemporaneidad en la que se vive. Como equipo podemos enfatizar que uno de los tantos momentos que pudieron haber trascendido más en nuestra visita fue cuando, dentro del Convento de Nuestra Señora de la Asunción nos ubicamos frente a la pila bautismal donde fueron bautizados los cuatro señores tlaxcaltecas, dando lugar a un momento muy relevante en el sincretismo (o mejor dicho, imposición, siendo más oportuno el término evangelización) de la cultura española sobre la Tlaxcalteca, y posteriormente sobre todas las culturas de Mesoamérica.
Aunado a este aprendizaje vasto y fructífero, Tlaxcala nos ofrece una espléndida oferta turística, llena de buenos restaurantes con platillos tanto "endémicos" como tradicionales en toda la república. A su vez, Tlaxcala es reconocida por difundir la cultura del consumo de pulque artesanal, y aunque no hallamos consumido pulque durante nuestra visita (por razones obvias), es importante destacar su mérito en producción y calidad del pulque tradicional.
Independientemente de la gastronomía, esta visita nos ofreció una apertura al conocimiento más profundo y vivído de la historia, al acercamiento del origen de nuestra identidad; nos exhortó a dibujar el contexto, los pasajes históricos (políticos, sociales, religiosos) ahí suscitados. Fue una secuencia de experiencias entrañables y sumamente enriquecedoras.
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